Evaluación del avance mundial hacia la meta del 70 por ciento
Los países de bajos ingresos se han enfrentado a desafíos continuos de suministro y distribución en el camino hacia alcanzar una cobertura de vacunación del 70 por ciento. Esto ha dejado a los grupos vulnerables en gran medida desprotegidos.
Publicado el 30 de septiembre de 2022
A mediados del 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo un llamado para que se vacunara contra COVID-19 al 70 % de las poblaciones de todos los países a más tardar junio 2022, con un hito anterior intermedio del 40 % a finales del 2021. Se fijó esta meta mundial para reducir la transmisión del virus, proteger a la población de todo el mundo de enfermedades graves, bajar las tasas de hospitalización y mortalidad y apoyar la recuperación socioeconómica.
Vacunar al mundo contra el COVID-19 ha sido la mayor iniciativa jamás emprendida en salud pública y a la fecha se han aplicado más de 12 mil millones de vacunas. Un estudio reciente indica que las vacunas aplicadas el primer año del despliegue mundial fueron decisivas para evitar aproximadamente 19.8 millones de muertes.[1]
Pero las grandes inequidades en cuanto al acceso y el precio de las vacunas entre un país y otro han impedido alcanzar la meta del 70 % a los países de renta baja. Como resultado, siguen cargando con el peso de los efectos devastadores de la pandemia.[2]
Conozca más sobre el impacto que tiene la desigualdad en materia de vacunas en la deuda pública, recuperación económica y la recuperación del mercado laboral.
En junio del 2022, sólo el 1.3 % de todas las vacunas habían sido aplicadas a los habitantes de los 27 países más pobres que componen el 8.6 % de la población mundial. En dos países de renta baja ni siquiera han comenzado las campañas de vacunación.
Durante casi todo el 2021, el hecho de que no fue equitativa la distribución de las vacunas entre los países fue la principal limitante. A pesar de que se declararon "bien público" las vacunas contra el COVID-19[3], la equidad en la distribución de vacunas se vio socavada por factores como los arreglos bilaterales entre los fabricantes y los países de renta alta, el acaparamiento de las vacunas, las vedas a la exportación y la negativa por parte del fabricante a compartir conocimientos sobre vacunas. Al final del 2021, sólo 4 países de renta baja (Mozambique, Ruanda, Todo y Uganda) recibieron suficientes dosis para vacunar completamente al 40 % de sus poblaciones y alcanzar el hito de final del 2021 (consulte el calendario a continuación).
Al inicio del segundo trimestre del 2021, la mayor parte de los países de renta alta se abastecieron con todo lo que necesitaban para vacunar rápidamente a sus poblaciones. El volumen y la frecuencia del material recibido permitió que los países de renta alta vacunaran a extensos grupos poblacionales para avanzar hacia una cobertura de vacunación sumamente alta (a saber, por encima del 70 % de la población total[4]).
En junio de 2021, en más del 95 % de los países de renta alta no había más limitaciones de abastecimiento.
Sin embargo, en el segundo trimestre del 2021, los 27 países de renta baja todavía enfrentaban serias limitaciones de abastecimiento.
Con el incremento de cargamentos COVAX y las donaciones de los países de renta alta, en noviembre de 2021 casi el 60 % de los países de renta baja se habían abastecido lo suficiente como para vacunar al 5 % de sus poblaciones. Aunque las donaciones apuntalaron la distribución inicial de vacunas, el volumen era insuficiente y muy impredecible para que los países de renta baja avanzaran hacia la vacunación a gran escala. En junio del 2022, la situación seguía igual y sólo Liberia, Mozambique y Ruanda no tienen límites para abastecerse en el esfuerzo por alcanzar la meta del 70 %.
Si bien, el abastecimiento ha mejorado mucho en el 2022, la cobertura en los países de renta baja no se ha equiparado, ya que los países enfrentan barreras a la hora de aplicar las vacunas.[5] En consecuencia, en junio del 2022, un 64 % de los países de renta baja experimentaba limitaciones en el consumo de las vacunas que tenían a su disposición.
El resultado es que estos desafíos han dejado desprotegidos a cientos de millones de habitantes de países de renta baja ante una pandemia en evolución. Es más, muchos países no han sido capaces de garantizar que tengan acceso a vacunas los grupos más expuestos ni los que corren riesgo clínico. El plazo entre la primera dosis de vacuna y la ampliación de la elegibilidad para recibir la vacuna a la generalidad de las personas fue similar entre países de distintos grupos de ingresos; pero, en promedio (mediana), en los países de renta alta se había vacunado al 18.6 % de la población total antes de ampliar la elegibilidad para recibir la vacuna a comparación de sólo un 0.4 % en países de renta baja. Los países de renta baja probablemente decidieron ampliar el acceso a las vacunas temprano porque las existencias eran limitadas, había vacilación y enfrentaban barreras para su distribución. Por ejemplo, en Camerún, donde se amplió la elegibilidad para recibir la vacuna dos meses después de aplicar la primera dosis, la vacilación ante las vacunas era generalizada, sólo uno de cada cinco trabajadores de salud aceptaba la vacunación.[6] Las barreras económicas también impedían que el país realizará una campaña de comunicaciones grande[7] y reclutar a suficiente personal de salud.[8] Así, en un contexto con muy limitadas existencias casi todo el 2021, el gobierno enfrentaba el riesgo de que se vencieran las vacunas y era incierta la llegada del siguiente lote de vacunas. Igual, a inicios del 2021, en Malaui se recibió un gran lote de vacunas de vida útil corta[9] y pese a que se distribuyeron en seguida y se amplió la cobertura para incluir a todos los adultos 26 días después del inicio de la campaña de vacunación, les fue imposible distribuir casi un 20 % de las dosis antes de que se vencieran.[10],[11] Es probable que esto contribuyera a que la proporción de personas vulnerables vacunadas fuera mucho menor en los países pobres a comparación de los ricos.
Por ejemplo, la cobertura vacunal de los trabajadores de salud en 15 de los 23 países de renta baja con datos disponibles era menos del 70 % a inicios de del mes de julio. Aun así, siete de los países más avanzados de este grupo de ingresos pudieron dar cobertura al 100% de los trabajadores de salud, un paso importante para cumplir la recomendación de la OMS en julio de 2022 de que todos los grupos de alto riesgo completen la serie primaria y reciban la dosis de refuerzo.[12]
Además, entre grupos de ingresos en los países, es significativa la desigualdad en los niveles de cobertura de vacunación de adultos mayores, donde 14 países de renta baja no habían alcanzado ni el 40 % de cobertura a inicios del mes de julio de 2022. La amplia elegibilidad para recibir la vacuna en 11 de estos países puede coartar el acceso a las vacunas de los adultos mayores, que probablemente se encuentren en desventaja a la hora de competir por las dosis.
La preocupante aparición y rápida propagación de nuevas variantes, como el Ómicron y sus subvariantes, subraya la importancia de alcanzar el objetivo del 70 %. Hay que dar prioridad a los grupos vulnerables y marginados como dice la estrategia actualizada de la OMS que indica vacunas para el 100 % de los trabajadores de salud y el 100 % de las poblaciones de mayor riesgo con dosis primaria y de refuerzo.[13] Con intervenciones continuas para apoyar la aceptación de la vacuna entre grupos vulnerables, los países pueden reducir las inequidades que ha desvelado y exacerbado la pandemia. Entre otros, estos esfuerzos deben incluir proyección social para llevar las vacunas a los grupos de riesgo, reforzar la confianza de la comunidad y desmentir las falsedades acerca de las vacunas.
Para apuntalar la microplanificación, se está creando una Herramienta de análisis hiperlocal de vacunación del PNUD que le servirá a los responsables de políticas para identificar a los grupos vulnerables con una combinación de datos, incluso datos geoespaciales, y así conocer los factores que impiden la vacunación al nivel comunitario.
Moreover, to ensure protection through multiple lines of defense, vaccination needs to be embedded within a broader toolkit which includes antiviral treatments, oxygen, personal protective equipment and enhanced diagnostic capacities.[14] Strengthening systems for health and ensuring political resolve to better address COVID-19 will yield substantial spillover benefits for a sustainable recovery. These include preparedness and response capacities for other outbreaks as well as more equitable access to health and other basic services.
References
[1] Global impact of the first year of COVID-19 vaccination: a mathematical modelling study
[2] Vaccine Equity Will Define Socio-Economic Recovery From COVID-19</p
[3] Political Declaration on Equitable Global Access to COVID-19 Vaccines
[4] WHO SAGE Roadmap for Prioritizing Use of COVID-19 Vaccines
[5] Vaccine Equity Key to Economic Fightback
[6] Cameroon: doubt could mean vaccine doses expire
[7] Cameroon Humanitarian Situation Report No. 6
[8] Vaccination rate in Cameroon against COVID still very low: Minister
[9] Malawi COVID-19 Situation Report
[10] Malawi Expands Eligibility for COVID Vaccine as Doses Near Expiration
[11] Malawi burns nearly 20,000 expired COVID-19 shots despite assurances on shelf life
[12] https://twitter.com/WHO/status/1542144639360274445?s=20&t=Dxi4dk8rPNvYMBgimW_1Gw
[13] Global COVID-19 Vaccination Strategy in a Changing World: July 2022 update
[14] A Global Strategy to Manage the Long-Term Risks of COVID-19